Rejuvenicimiento ayurvédico en Kerala
Se puede decir que no eres nadie en Kerala si no sales del estado preferido por Dios con varios años menos. Por obra y gracia de un tratamiento ayurvédico, claro está. El ayurveda es la ciencia milenaria de India y Sri Lanka de la que surgió posteriormente la medicina occidental. Su potencial principal es el valor preventivo: si la practicas te pondrás menos veces enfermo y la calidad de vida será mayor. No implica grandes sacrificios y su diagnóstico se basa en cuestiones que a ojos de un occidental pueden parecer accesorias, como la complexión corporal, el color de la lengua, el del iris, si nuestras heces flotan o no... Pero funcionar, funciona.
En Kerala existen multitud de lugares donde recluirse en plan balneario y por un precio más que ajustado salir hecho un pincel en todos los sentidos del término. El día a día resulta llevadero y compatible con hacer excursiones. Eso sí, no se puede comer en la calle si se quiere respetar el tratamiento.
El doctor B. Gireesh dirige el centro Athreya desde hace años. Ubicado cerca de Kottayam, se nutre principalmente de pacientes occidentales que quieren mejorar su calidad de vida. No son pocos los que sufren enfermedades que requieren tratamientos agresivos como la quimioterapia los que acuden para mejorar las defensas de su organismo y soportarlo mejor.
El plan de vida es espartano: hay que madrugar para hacer yoga al amanecer y en ayunas. Muy gratificante (en serio). Tras el desayuno comienza el tratamiento: lo normal es someterse a una purgación completa, de vómitos y defecaciones, para limpiar a fondo de toxinas el cuerpo. Posteriormente se pasa a la fase de llamemos embellecimiento.
El organismo regula las funciones y se reinicia, por decirlo de alguna forma. Mejora la piel, se agudizan los sentidos, se duerme mejor, se descansa más... ésas son las virtudes del ayurveda. Masajes a cuatro manos, tratamientos contra el estrés como el sirodara, o para limpiar todos los conductos respiratorios como el nasyam, son realmente efectivos. Eso sí, al menos diez días para que la cosa sea mínimamente eficiente.