El problema de jugar en casa
El Molinón. Ese emblema convertido en uno de los escudos del sportinguismo. Ese estadio donde el fútbol siente el orgullo de una afición. Ese escenario donde el ruido de la grada acrecienta la importancia de un encuentro. Ese lugar donde un futbolista siente que se hace grande hasta el punto de marcarlo en su memoria como uno de los hitos en su carrera. Para cualquier jugador de Segunda, El Molinón es una de las citas del año, y más visitándole en zona de ascenso. Ganarle al Sporting es un reto, y hay que tomar precauciones.
Ponferradina y Recreativo tuvieron la misma idea que Finlandia en El Molinón a la hora de enfrentarse a España de camino a Brasil. Plantar un autobús que en el caso de los fineses se podía apreciar en el cuadrito de las alineaciones de la prensa de aquel país. Textual. Son llegar a esos extremos, Claudio y Sergi lo tenían claro. Ante un rival así, ¿quién en su sano juicio no se cerraría? ¿De verdad alguien espera un equipo alegre capaz de asumir riesgos viendo lo que tiene arriba el Sporting? No es nada extraño, ni nada que no le vaya a ocurrir a cualquier equipo que esté luchando por el ascenso.
Lo sorprendente es que el conjunto de Sandoval se atasque sabiendo lo que le viene encima. Tiene argumentos suficientes como para aprovechar todas las virtudes de un Molinón ávido de alegrías, pero que no termina de confiar en su equipo. Y aún así, pudo ganar y ser líder. Hizo méritos para ello. Dirán las estadísticas que fueron 22 centros al área, pero esos números no dicen cómo se aprovecharon esos balones desde la banda. Es como el porcentaje de triples, donde no importa los intentos si no el acierto. Hay cosas que no están en los números, porque hay una parte del fútbol que nunca se apreciará en las estadísticas.
Ahora Sandoval le tiene que dar la vuelta a su equipo, y las que le quedan, para saltar el obstáculo de cada partido en El Molinón. Ser candidato al ascenso significa eso. Ser el rival a batir conlleva una dificultad añadida. Y jugar en El Molinón no debería ser un problema.
