La sombra de Caín
Sara Estévez Urquijo, Periodista
Acierta Juan Carlos Latxaga al señalar que en el mundillo que rodea al Athletic existe un sector empeñado en repetir la historia de 1994. Se dan muchas coincidencias, incluso en la identidad de algún protagonista que ha hecho bueno aquello de que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. Hemos cambiado de Siglo pero como si no hubiera pasado el tiempo.
Las elecciones de aquél año se celebraron el 8 de junio. Como referencia diré que a Iker Muniain le faltaban todavía seis meses para alcanzar los dos años de su edad. Y que, ya en el Siglo XXI, desde las últimas elecciones del pasado 7 de julio, hasta la Asamblea General del 10 de Octubre habrán transcurrido noventa y cuatro días. Ni los cien de cortesía. Josu Urrutia ha establecido la marca de mayor participación y mayor diferencia respecto a su opositor. Pero ni por esas.
A quienes aún les escuece el resultado que salió de las urnas, les recuerdo que también Churchill perdió las elecciones inmediatamente después de ganar la Segunda Guerra Mundial, y los socios del Real Madrid mandaron a tomar vientos al Presidente que les había devuelto el prestigioso título de Campeón de Europa. Conclusión: que los cementerios están llenos de gente que se creyó imprescindible.
En cierta ocasión leí que “conviene mirar el mundo con ojos nuevos”. Sugiero esa idea a todos los opinantes de oficio, que llevan años dando la tabarra en las diversas tertulias en las que prima el estilo tabernario, se elude el debate y se impone la bronca. Por tomar en consideración y participar en semejante gallinero, se ha embarrado el nombre del Athletic. No se puede ir de correveidile por radios y televisiones y aparecer hasta en las hojas parroquiales. No es únicamente por el estilo Athletic. El propio estilo de Bilbao está reñido con los palcos VIP porque si por algo nos quieren en todas partes es porque nos comportamos como gente de andar por la calle.
Sobre tertulias y tertulianos, no está de más señalar que es un tema de flagrante intrusismo en una profesión de las más castigadas por el paro. Pero esta es otra historia.