'Pasión de nuevos ricos', San Mamés visto por Sarita Estévez
Este viernes se asoma a ElDesmarque la periodista bilbaína Sara Estévez. Pionera y maestra de esta complicada profesión, es la persona que abrió el camino a las mujeres en el periodismo deportivo bajo el seudónimo de 'Maratón'. A sus 87 años sigue escribiendo como los ángeles.
Tras la inacabable despedida al viejo campo de San Mamés parece llegado el tiempo de pedir el libro de reclamaciones.
Ya que me habéis invitado a poner la firma bajo un “desmarque” empiezo por decir que me llama mucho la atención el detalle de los 80 escalones que hay que salvar para llegar al lugar reservado a los periodistas. Al término de la temporada vais a quedar tan estilizados como una sílfide.
En mi primera apreciación para la crónica del Senado Rojiblanco dije que me pareció bello, colosal y más vistoso vacío que lleno. A medida que mi disco duro procesa las sensaciones vividas en la noche del estreno, empiezo a notar el vacío de lo irremediable. Se ha optado por un rojo total, agresivo, y una forma de cazuela que nada tiene que ver con el San Mamés a cielo abierto, al que se miraba con la certeza de que al otro lado estaba el mar. Hay una vista panorámica de Olabeaga, tomada desde Botica Vieja, con el nuevo San Mamés de telón de fondo. Un horror. El campo viejo fue creciendo al tiempo que la ciudad, desde el fondo del valle original, ganando altura pero sin salirse del tiesto. Contemplando Bilbao desde Archanda, la mirada buscaba siempre al airoso arco de San Mamés.
En junio de 1978 se publicó el libro “Campeonato Mundial de Fútbol 1982, Sede Bilbao”, como apoyo a la candidatura. Lo editó Paco Díez, alma máter del Águilas de baloncesto y de muchas más cosas. A cada periodista nos tocó escribir un artículo. El mío se tituló “Por derecho propio”. Me describí como un tigre de Bengala saltando sobre el autor de un artículo aparecido en la Hoja del Lunes, al que califiqué de irreflexivo e irresponsable por negar las posibilidades turísticas de Bilbao, al que había osado calificar como “feo, antiestético e impresentable”.
Bilbao compartió sede con Valladolid. Inglaterra y Francia colmaban nuestros sueños futboleros. Kuwait puso la nota exótica.
Fue entonces cuando la piqueta entró a saco y comenzó el derrumbe de San Mamés. No me arrepiento de haber dicho lo que dije, pero si fuera hoy no pediría que San Mamés sea la sede de nada. Que cumpla su papel de monstruito de colorines, nada comparable con el haz de luz blanca que iluminó tantas noches de Bilbao.
Otro estilo, otra época
Por Sarita Estévez, Periodista