Un plan para la final
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No sin jugarla
A estas alturas todos tenemos muy claro que el Athletic Club se enfrenta a uno de los mayores retos deportivos que pueda tener hoy en día cualquier equipo.
Abundar en la categoría del rival y su impecable temporada es un ejercicio de reiteración en el que no pienso emplear demasiado tiempo. Prefiero centrar mi atención en el "cómo". En cómo afrontar esta nueva final, en cómo demostrar que hemos aprendido de otras experiencias similares y no tan lejanas, en cómo se puede canalizar el potencial deportivo propio para hacer viable ¡faltaría más! el legítimo sueño de la inmensa familia zurigorri. Alguien dijo alguna vez que en el fútbol ganar no es lo más importante... siempre y cuando ganes. La frasecita tiene muchos matices pero la compro. Es obvio que para el Athletic llegar a disputar finales tiene por sí sólo un mérito enorme, que su efecto regenerador para este maravilloso y único ideario futbolístico no tiene precio, pero precisamente por eso y por la magnitud del reto hace tiempo que llevo dándole vueltas al dichoso "cómo". Llegados a este punto, lo tengo claro. Quiero ver un Athletic canchero, un equipo que, esta vez sí, proponga desde el minuto uno un partido a cara de perro, que haga ver al Barcelona que son ellos los que tienen una final de Champions a la vuelta de la esquina con lo que eso significa a la hora de esconder o no la pierna en los balones divididos. Si hace falta revisar los vídeos del Atco. Madrid para ver cómo se juega casi al límite, puede no ser una mala idea. Que nadie se equivoque. No hago una llamada a la agresividad, sino a la máxima intensidad y, con ella, a crear dudas en el rival.
Pararse aquí sería, por mi parte, quedarse a medio camino. Por eso voy más allá. Creo que, si algo ha demostrado el Barça, es que como mejor se siente sobre un terreno de juego es jugando con espacios. Me imagino a Luis Enrique esbozando una sonrisa cada vez que el rival le propone un partido abierto buscándole las cosquillas muy arriba. La propuesta es muy loable pero el resultado demoledor salvo para plantillas de tantos quilates como la azulgrana. No creo que el Athletic esté a estas alturas para sostener una presión alta. Me inclino más por un equipo rearmado en el centro del campo, con jugadores capaces de llevar el partido al atasco por falta de espacios y renunciando a la figura de ese media punta que no ha terminado de cuajar esta temporada (y menos tras la lesión de Muniain).
Si estuviera haciendo un análisis del primer partido de una temporada, renegaría de lo que acabo de escribir por lo que supone de afirmación de un estilo para el futuro. Pero no. Estamos hablando de cómo ganar una final ante un rival muy concreto. Si hay suerte con las primeras ocasiones del Barça y el Athletic es capaz de mantener un partido largo, cualquier jugada o cualquier balón parado puede ser suficiente. Eso, y ver cómo le sienta al Barcelona comprobar que ni se ha vestido en su vestuario, ni juega con su primera equipación ni ha escuchado jamás en su estadio cómo ruge una afición que no sea la suya. ¡Y menuda afición! Si la foto una vez terminado el partido nos muestra a jugadores del Barça paseando la ikurriña y saludando al público, el gesto será bonito pero seguramente el Athletic habrá perdido. Si la foto es menos amable, quizá haya sido porque el Athletic ha llevado el partido, dentro de los cauces deportivos, a donde más le convenía y nadie esperaba. ¿Qué foto veremos?
Por Ramón Hernández, periodista de Radio Nacional
@RamonHdezRNE
Si el Barça pasea la ikurriña... Será porque nos ha dado una paliza y nos trata con la condescendencia que tratan los listos a los tontos.