El espíritu Del Nido
En pocas ocasiones uno se siente más a gusto, con ese escalofrió placentero cerca de la primera lagrima, que cuando la afición del Athletic Club transmite un sentimiento común. En estas últimas semanas se habla de la falta de ritmo en las gradas de animación, como si el resto del campo no debiera animar.
De todos es sabido que San Mamés no es de vuvuzelas, pero si se nota un deterioro en ocasiones puntuales de ese venirse arriba de los socios. Lo que denominábamos en los ochenta el gol de la afición.
Recuerdo por aquel tiempo a un señor encantador que ocupaba la localidad junto a la mía, que se fumaba unos vegueros que no se los saltaba ni Fidel Castro, y que aun ganando 4-0 no se le caía ni la ceniza. Estábamos acostumbrados al caviar de las ligas.
De un tiempo a esta parte mi recuerdo más nítido de lo que es una comunión de club es el partido de vuelta contra el Sevilla, un delirio, gracias también a unas declaraciones del preso Del Nido, en las que decía que “del león nos vamos a comer hasta el rabo”.
Aquí se gestó un grito de guerra que perdurará en la memoria, cuando le dimos la vuelta a la eliminatoria y nos metimos en la final; aquel burlón de “cómeme el raaabooo, Del Nido cómeme el rabo”.
Si nos venimos al momento actual, tenemos que hacer un ejercicio de superación e imaginarnos que cada partido que nos resta en la catedral es igual al vivido contra los de Nervión. Porque si el equipo ha demostrado por momentos que sabe jugar, ahora debe aprender cómo se gana y para ello nos necesita.
Debe sentir en su pecho, en cada latido que Bilbao les lleva en volandas como si de semifinales se tratara. Si conseguimos esa unión, la fuerza para recuperar las buenas sensaciones y la senda de victorias, al menos en casa, está asegurada. Apelo al espíritu Del Nido. Que quien nos visite sienta el temblor de nuestro campo y salga con el rabo entre las piernas.
Por Patxi Herranz, periodista de El Correo y Radio Popular