Cádiz, faro entre dos mundos, el nuestro y el otro

Los más puretas aún recordarán cuando éste era el eslogan con el que turísticamente se vendía Cádiz. Lo que ocurre es que no triunfó porque el eslogan daba a entender que los dos mundos entre los que Cádiz hacía de faro eran América y Europa, cuando, realmente, los dos mundos entre los que Cádiz sirve de intersección son el Nuestro y el Otro. Y estos dos mundos marchan cada uno por su lado. El Nuestro siempre va en la dirección correcta; el Otro, va bien o mal según se parezca o distinga del Nuestro. No es etnocentrismo. Es que es así. Y lo que es así no puede ser de otra manera. Por eso, el único etnocentrismo es el de los turistas estos que se han creído que Cádiz tiene que adaptar su patrón al resto. Y al final, no hay más remedio que terminar diciéndole al turista: -“Mira, picha, esto es Cádiz, si te gusta bien y si no te vá a otro lao, chufla”. Como debe ser.

Sin ir más lejos, el otro día se me quejó una señora de que yo iba con la bici por la acera. La tía estúpida no comprende que si en Cádiz ponemos un carril bici quitamos la zona azul, que es parque natural, y que da de comer a 6 ó 7 pibes que no consiguen entrar en Los Hombres de Teo (ahora Los Niños del Kichi). A otro tonto lo oí quejarse también de que le habían clavado 30 pavos por dos tintos y dos caballas que sabían a amoníaco. Por lo visto, a algunos turistas hay que explicarles que la auténtica caballa caletera, pescada con anzuelo y desangrada en la barquilla, se hizo fuerte durante el franquismo, y que el tonino de piscifactoría es más operativo y respeta mejor la memoria histórica. O si no, el que se queja de que en la Plaza de Mina le cobran 1’70 por un café aguado mientras el camarero le silba gratis la Danza del Amor Brujo durante la media hora que tarda en traerlo, sin darse cuenta de que tiene delante la casa donde nació Falla, y eso hay que pagarlo.
Otro patoso es el que protesta porque la dueña del apartamento donde veranea le ha subido el alquiler a 2000 euros la quincena de julio, y que no tiene ni televisión. Y digo yo, ¿pa qué coño quieres tú una tele en el Paseo Marítimo? Esos son los mismos que se quejan de que hay pisos vacíos, en vez de agradecer que aún queden propietarios que saquen a los inquilinos de los apartamentos en verano para que los turistas puedan disfrutar de nuestras playas. O si no, viene el listo del fútbol lamentando que el Trofeo ahora lo jueguen el Cádiz y el Granada, en vez del Madrid y el River Plate, como antes. Querrán que el Trofeo lo hagamos nosotros para que se lo lleve uno de fuera, en vez de dejarlo en Andalucía. Algunos son la hostia. Pero lo peor es cuando alguien se queja de lo tarde que abren en Cádiz los comercios. Mira, chaval. Si quieres que un bar te ponga un desayuno antes de las 11 de la mañana es porque tú tienes problemas para conciliar el sueño y te pones a dar vueltas por la calle a una hora que no es para estar en la calle; y si no puedes comprarte un bañador antes de las 6’30 de la tarde es porque eres un impertinente y no te da la gana de entender que los comerciantes también tienen que dormir la siesta.
Aquí hay que venir con la mentalidad abierta y no echando cojones y protestando por todo. Pa eso coge un vespino y te vá a Torremolino. Y digo más. Si lo que quieren algunos es que aquí vivamos como en el resto de Europa, aviados van. Que ganarán mucho dinero, no lo niego, pero tienen todos una cara de amargados que no pueden con ella. Y ahora te esperas que me voy a la playa. La semana que viene sigo. No te vayas a creer que voy a estar todo el verano escribiendo.
JUAN CARLOS ARAGÓN