La independencia de los atunes
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Como ya sabéis que me gusta viajar al lugar en el que inspiro el tipo de la comparsa, y ya que este año escribiré Los Peregrinos, pues lo que llevo de verano ha sido un largo peregrinar por tierras íberas. Y digo "íberas" porque lo de "hispanas" no lo tengo tan claro. De Cádiz a Bilbao, Santoña, Castro Urdiales, Santander, Cangas, Covadonga, Cares, Sevilla, Nerja, Almuñécar... y Zahara de los Atunes, vuelvo a certificar in situ que España es un equipo de fútbol, una delegación olímpica, un Estado artificial sin gobierno, una comparsa de Eurovisión, un paraíso para ladrones... y muy, pero que muy, poco más.
Aunque para muchos sea un valor, un sentimiento y hasta un sentido de vida, para mí y para los que miramos las cosas con razón, reflexión y crítica, España sigue siendo un concepto vacío, como el de Dios, que cada cual llena, aprovecha, acepta o rechaza según le inspire o convenga. Lo que puede ser todo, por deducción lógica, es porque también es nada. Esa es la ventaja de los patriotas, ventaja que se convierte a su vez en el argumento de los que no lo somos. No obstante, habría que aclarar antes qué es eso de "ser patriota". Si la patria es entendida como el Volkgeist de Herder, en alemán "espíritu del pueblo", hay tantas patrias como pueblos con espíritu. Mientras la nación es un concepto ideal, un constructo artificial, la patria es una emoción natural que dota de identidad y sentido colectivo a los que participan de esa misma emoción.
Es cierto que me he manifestado muchas veces en contra de los nacionalismos —sobre todo, de los excluyentes—, por constituir un principio de discordia que no acepto que merezca la pena, y que, al igual que Unamuno, entiendo que los nacionalismos se curan viajando. Pero viajando también observas lo contrario: el espíritu del pueblo conforma sin más un derecho natural, el derecho a la autodeterminación. Para que los pueblos con espíritu propio se autodeterminen no hace falta (no debería hacer falta) terrorismo ni guerra. Es tan absurdo como pagar un impuesto por ejercer el derecho a respirar.
Siempre me he preguntado quién es más terrorista, el que lucha por la autodeterminación de su pueblo o el gigante que la impide. Mantener anexionados a la fuerza a dos pueblos con espíritus distintos —y hasta contrarios— también es un principio de discordia, discordia al servicio del interés político y económico del que anexiona, del más poderoso de los dos. Y la anexión nunca es producto del pacto o el convencimiento, precisamente, sino de la imposición y la fuerza. Con más o menos sangre —pero siempre con mucha sangre— no es justo que el grande impida al chico el ejercicio de su identidad como pueblo, como patria. Eso es sagrado. O debería serlo. No vale el argumento de la unión cuando es manifiesto que no hay unidad. Ni tiene por qué haberla. ¿Por qué? ¿Para qué? Sólo se vive una vez una vida sin sentido. Y una de las principales identidades donadoras de sentido para una vida que no lo tiene es precisamente la patria. La patria no se inventa. No se impone. Se siente... o no. Si "Asturias es España y lo demás, tierra conquistada", como defienden los nietos de Pelayo, estaremos de acuerdo en que muchas de esas tierras conquistadas no se sientan España. Pero no es necesario ir tan lejos. No hay que subir hasta Euskadi para comprenderlo. Aquí abajo también tenemos el caso de la segregación de Benalup-Casas Viejas. Quien haya seguido su historia y haya comprobado el resultado de la victoria comprenderá lo que digo.
El cantonalismo gaditano fue el sueño de Salvochea que, por desgracia, sólo duró once días. Nos dieron tan fuerte que nos quitaron las ganas para seguir insistiendo militarmente. Pero Cádiz tiene Volkgeist de sobra para autodeterminarse. De hecho, de algún modo siempre lo ha hecho —y lo seguirá haciendo—. Es patria pura para los gaditanos. Y eso debería ser suficiente. Si se plantea es de locos, pero si se silencia es de tontos. Otra cosa es que tiremos pa'lante o no. Nuestros ejércitos están ahora de gira y en septiembre vuelven a los locales de ensayo. A ver si para el año que viene.
El viernes también terminé de comprender algo que siempre intuí: la independencia de Zahara de los Atunes. Quien quiera saber por qué, que se acerque. Pero no sólo en agosto (que el levante es un coñazo).
JUAN CARLOS ARAGÓN
Terrorista también es el gigante que lo impide? Mírate lo que dices y publicas y sobre todo mira a quien llamas terrorista tan libremente. Señores de redacción igual que censurais los comentarios de los lectores, también podías censurar algunas líneas de quienes publican. Sin ánimo de acritud.