Segundo aviso

Hasta la polla, primo. Aunque la expresión es soez, es la única que reproduce fidedignamente el estado anímico de todos los carnavaleros que, tras un año largo de tortuosos procedimientos políticos y administrativos, ven cómo la casta y los castos no dejan de plantar obstáculos bizantinos para la reconstitución del Patronato, para la transparencia del Concurso, para que el Carnaval sea al fin del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Creen que somos carajotes sólo por el hecho de que —de momento— hemos ido tragando, confiando, esperando. Pero yo, que algo conozco a mis colegas, doy fe de que aquí no hay más carajote que quien considera así a los otros. Un rayo está empezando a romper por la mitad nuestra templanza, nuestro aguante. Por desgracia, la historia avanza por revoluciones, y esto es una revolución en toda regla, desde el momento en que planteamos que el poder nos ceda el poder. Pero plantear esto por las buenas es lo mismo que comerse un carajo con salsa carbonara.

Puede que —de primeras— estas cuestiones no sean asunto del aficionado. Pero si tenemos en cuenta que el carnaval lo autoconstruimos entre la Paganísima Trinidad compuesta por autores, grupos y aficionados, no está de más que estos últimos sepan lo que se cuece. Es por ello que use este medio para hacerlo público. Queremos que sepáis que hemos puesto todo de nuestra parte, sin presiones ni chantajes, siguiendo los cauces "democráticos", aceptando —no sin asco y repudio— los capotazos de los de arriba. El resultado ha sido perder el tiempo y la paciencia. Y eso no es bueno ni para ellos ni para nosotros. El principio del final puede que esté más cerca de lo que muchos temen. En su día, ya dije lo que había en el Patronato y —lo peor quizá— a sus pestilentes alrededores. Hoy ya no voy a alargar ese discurso, sino a preparar uno nuevo. Más conmovedor. Menos unánime, quizá. Si me apuras, hasta más impopular. Pero absolutamente necesario. Cuando los derechos fundamentales y el amor propio son expuestos a una agresión y burla continua, tampoco debéis esperar que vayamos al Falla como borregos al matadero. Hemos ido así ya tantas veces que ni queriendo podemos vender nuestro honor tan barato. Y eso no vale un duro. Me da hasta vergüenza propia y ajena del trabajo que con tanta nobleza y entrega han hecho muchos de mis compañeros. O no tanto del trabajo como de la respuesta que han obtenido por las partes contrarias: el enorme carajo antes referido. Esto tampoco es democracia. Por tanto, la revolución ya es moralmente legítima. Absolutamente legítima.
El aficionado avispado ya sabe bien por dónde vamos. No es necesario que detalle más. Personalmente comparto la Ley de Murphy según la cual "si quieres que algo no prospere, crea un comité para organizarlo". Yo no soy político, sino comparsista, causa y consecuencia de mi escepticismo ante las vías pacíficas, pues constituyen una trampa mortal para darte de bruces contra el blindaje que ya anticiparon los constructores de esas vías. O dicho de otra forma que seguro se entiende mejor. Las mesas de negociación no son más que una plataforma para poner los huevos, nunca la palabra, nunca el entendimiento, máxime cuando tienes delante al dueño de la mesa, que por eso la pone y la propone.
Ya sólo queda que nos entendamos definitivamente nosotros, los de abajo, los que consentimos, los que aguantamos, los que hacemos realmente el Concurso entrando por el aro, los mismos que almorzamos un menú genital cada vez que lo intentamos por las buenas. Y el estreñimiento ya es insoportable. Os lo juro.
Una vez hubo dos comparsas que se exiliaron del Concurso. Fue un gesto. Una declaración de intenciones. Era necesario, pero no suficiente. Lo mismo un día, en vez de dos son más, porque el carnaval es nuestro, el Teatro también, pero el Concurso no. Y no sólo no lo es, sino que además nos usa y abusa para su lucro feroz. La esclavitud ya hace siglos que fue abolida. Insisto una vez más: el carnaval no va a hacer rico a nadie, pero puede aliviar la pobreza de muchos gaditanos. Tratar de impedirlo no es más que un ejercicio de tiranía.
Ahora os dejo, que tengo el popurrí por la mitad. Ojalá lo estrene en el Falla. Besos a mi chusma selecta.
JUAN CARLOS ARAGÓN