El Valencia ya tiene a su abanderado

No voy a entrar si el discurso de Cesare Prandelli cargando contra los jugadores fue demagógico y populista, pensando en su interés propio, o realmente buscando el bien del Valencia CF o si realmente buscaba la reacción de los jugadores, de la afición. Demagogia o sentimiento, populismo u orgullo profesional, en el fondo me da igual, me quedo con el efecto que ha generado en el valencianismo. Creo que debemos todos darle las gracias porque el italiano, sin comerlo, ni beberlo, con intención o sin ella, ha retratado un poco a casi todo el elenco de actores que, de una manera u otra, participamos en esta película llamada Valencia. Vaya pues por delante mi agradecimiento, que en mi caso no es nuevo porque la semana pasada ya le di las gracias al técnico por seguir insistiendo y defendiendo que se necesitan fichajes en el mercado de invierno tal y como le prometió Peter Lim. 

Me explico. La aparición en escena de Prandelli debe hacernos y sonrojarnos un poco a todos. De arriba a abajo, desde Layhoon hasta el último de los aficionados o periodistas que hemos o han permanecido más callados de lo que debíamos ante los continuos desastres deportivos del club. Sí, porque Cesare Prandelli lo que ha hecho es pegar el puñetazo en la mesa que no ha hecho la presidenta Layhoon (creo que por falta de conocimiento en la materia) y ha dicho públicamente lo que cada semana teníamos muchos delante de nuestras narices pero que tampoco acertamos a escribir o decir.
Con todo, al que más ha retratado Prandelli es a Suso. El técnico italiano con su discurso realiza la tarea que no ha hecho el director deportivo. Más bien al contrario. Suso de motu propio decidió salir esta semana conceder una entrevista a Plaza Deportiva en la que, principalmente, se justificaba y repartía responsabilidades dando a entender que en este marrón él tiene poca culpa y son otros los que tienen la mayor parte de responsabilidad. Frases como que 'yo hubiera fichado', 'la presidenta me dijo', o fichajes de "consenso"... transmitían al lector la sensación de que la historia no iba con él, de que él no tenía culpa de nada.  
El hecho constatable es que la presidenta, sin dominar el idioma y el deporte no llega y entre los responsables del área deportiva la diferencia de actitud, es tremenda. Uno, el director deportivo, se justifica. El otro, el técnico, coge la bandera del valencianismo y, aunque sea señalando a los jugadores -que es cierto que al final son los que marcan o no los goles- se pone delante de la afición y enardece los ánimos de un club alicaído, necesitado de referentes y abanderados, de gente que hable el mismo idioma que la afición y la prensa.
Este club necesita gente como Prandelli que sepa de fútbol, que sepa expresarse y que sirva para acortar la infinita distancia que existe entre la materia gris de este club, ubicada en Singapur a 12.000 kilómetros hacia donde se encamina ya el nuevo abanderado del valencianismo, y el corazón y el alma de esta entidad, que late en la Avenida de Suecia y en sus alrededores. Los héroes, los líderes, surgen en los momentos difíciles y parece que nosotros hemos asistido al nacimiento de un nuevo abanderado para el valencianismo, la última esperanza blanca. ¿Será suficiente eso para olvidar que lleva siete semanas sin ganar? ¿Sacará al Valencia del pozo? No lo sé. De momento, espero que todos tomemos nota de quién sí hace suya la bandera del Valencia y quién no, empezando claro por el señor Peter Lim. Yo, desde luego, ya lo he hecho comenzando por creerme a Cesare Prandelli. A ver dónde nos lleva el abanderado. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque Valencia