Javier Culson patea su imagen de semidiós del atletismo

Escondido detrás de una barba negra de rabino, el medallista olímpico puertorriqueño Javier Culson le da una patada a la imagen de semidiós que le proyectan los medios y recuerda que también su cuerpo es de músculos, huesos y tendones.Gustavo Borges
"No soy una máquina, cada vez debo trabajar más duro para no caer, aunque me siento fuerte", aseguró hoy el bronce olímpico de los 400 metros vallas, ganador de la presea de plata en los Juegos Panamericanos de Toronto.
En la final de este jueves en el estadio de la Universidad de York, Culson salió a comerse el mundo por el carril ocho; al pasar los 200 metros se veía lleno de vitalidad, mas tropezó con la valla nueve, y ahí fue superado por el bahamés Jeffery Gibson, quien venció con 48:51 segundos, el mejor tiempo de su vida.
Es Javier un tipo descuidado a la hora de vender su imagen, nunca ha sido el entrevistado ideal, pero en Toronto da la cara a los medios tras la derrota en los Panamericanos y muestra su lado humano al confesar unas inmensas ganas de llorar del enojo.
"Quiero llorar de frustración, ese oro era mío y se me fue en la valla, no sé qué sucede que muchas veces no puedo ganar, aunque tengo mi casa llena de medallas de todos los colores y de todo tipo de carrera. Los 400 con vallas son una prueba técnica y por ahí perdí hoy", explica, al referirse a su registro de 48.67.
Lleva unos aparatos para enderezar los dientes que echan a perder la apariencia de efebo del atletismo y dan un toque de humanismo a su efigie de tipo hosco, para colmo poco conversador, algo inconcebible en un caribeño.
Este año el de Puerto Rico va sexto de la lista mundial con un registro de 48.48 segundos; es favorito para colocarse en la final de los Campeonatos Mundiales del próximo agosto, sin embargo para él eso es poco.
"No he estado bien, la idea es llegar mejor al Mundial y ver qué pasa", comenta en referencia a su obsesión por una medalla.
Parece tener ganas de que se acaben las entrevistas, quiere estar solo y largarse de Toronto, donde ha estropeado su 31 cumpleaños, que celebrará pasado mañana, pero un fantasma lo persigue y le llega en forma de interrogante. Entonces reconoce que lleva tres años corriendo con una espina clavada, la de la derrota en Londres 2012.
"Esa espina está ahí, duele, pero Javier Culson va a seguir y habrá una buena oportunidad en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro" responde.
Lo dice y parece confiar en que si la lógica no funcionó en Londres, cuando era el mejor y su victoria fue cantada de antemano, alejado de los reflectores quizás su mente y sus piernas se conecten tan bien como pasó hace tres años con el dominicano Félix Sánchez, a quien tildaban de acabado en Londres 2012 y ganó el oro.
"Lo que me deja tranquilo es que algunos ganan una medalla de oro y se van, yo llevo varios años con rendimiento estable y mientras siga entre los ocho del mundo no voy a parar", dice.EFE.