Oro en Lima, hija en Ecuador y cumpleaños a vista, mucha fiesta para Quiñónez
El velocista ecuatoriano Alex Quiñónez es un bendecido en la vida y así lo admite con una enorme sonrisa minutos después de conquistar la medalla de oro en la final de 200 metros de los Juegos Panamericanos de Lima pese a un comienzo errático.
"Estaba supremamente presionado. Pude hacer una marca mejor pero los nervios, la preocupación, te llevan a cometer errores. No salí bien, salí lento y estas son cosas que hay que mejorar", declaró el campeón suramericano y bolivariano de la distancia poco después de parar los cronómetros en 20 segundos y 27 centésimas.
Las ojeras profundas en su rostro iluminado son la consecuencia de pocas horas de sueño, según admitió, pues su segunda hija nació el martes pasado a las 02.00 horas.
Tatier, un homenaje a la madre Tatiana, fue la causa de su desvelo, pero tras la adrenalina que ha disparado el desenlace, seguramente vendrán otras pocas horas de sueño: el 11 de agosto, el mismo día que terminan los Juegos de Lima 2019, el de Esmeraldas estará cumpliendo 30 años.
"¡Qué más regalos quiero!", exclamó el hombre que da a Ecuador el primer oro panamericano en los 200 metros y que se irá de Lima con un preciado botín después de sumar tres certámenes.
"Hoy no me podía confiar del hecho de haber llegado a la final con el mejor tiempo. Una cosa es tener la mejor marca y otra es ganar", manifestó.
"Si no comienzo a correr arriba me hubiera perdido. Tuve que presionar para corregir mi salida lenta", explicó el velocista que estuvo parado durante dos años por una seguidilla de lesiones.
Quiñónez, quien dice tener ahora como objetivo más preciado los Juegos Olímpicos, tiene a la vista, el 6 de septiembre, la final de la Liga Diamante, en cuya especialidad es líder.
"Hay que seguir trabajando pero por ahora quiero ir a darle un abrazo a mi entrenador y llamar a casa", puntualizó el esmeraldeño mientras miraba a la distancia a Nelson Gutiérrez.