Portera del Bera Bera deja el deporte por cuidar de sus sobrinas en custodia
Maite Zugarrondo, una de las tres porteras del Super Amara Bera Bera, equipo puntero del balonmano femenino español, ha decidido abandonar el deporte de élite para cuidar de sus dos sobrinas de 4 y 6 años, sobre las que ha recibido la custodia, ante la imposibilidad de conciliar ambas facetas de su vida.
Tras cinco años en el club donostiarra, adonde llegó tras su paso por el Anaitasuna de Pamplona y por el desaparecido Itxako de Estella, esta deportista navarra, de 30 años, se hará cargo de la coordinación de balonmano de un club de Pamplona, aunque ahora asegura que el objetivo ahora es "es ser feliz".
"Somos las tres, somos muy simples así es que va a ser fácil ser feliz", ha señalado en una entrevista con EFE en la cancha de Bidebieta, donde esta tarde volverá a entrenar antes de jugar su último partido contra el Alcobendas el próximo viernes, donde el club donostiarra tratará de revalidad su título de liga.
La decisión de dejar el balonmano "es dura" -reconoce- pero el deporte de alto nivel requiere mucha dedicación y esfuerzo, "lo mejor de ti".
Zugarrondo ha intentado conciliar su vida deportiva con el cuidado de sus "sobrinitas" de las que se hizo cargo hace dos años y sobre las que ahora ha recibido la custodia permanente. Durante ese tiempo han vivido las tres en un piso en Pasajes San Juan donde ha tenido el apoyo de mucha gente y una persona de referencia que se encargaba de las pequeñas mientras ella entrenaba y viajaba.
"Son hijas de San Juan porque todo el mundo las quiere, las acoge, conoce el caso y se hacen querer", asegura .
Además contó con la ayuda del club, "que desde el principio acogió" su caso "desde el cariño" y le dieron facilidades y condiciones, asegura.
El factor económico "ha sido un condicionante, pero no ha sido tan determinante", señala la portera del Bera Bera, que recuerda que en el deporte de élite no están solo los entrenamientos, "exige hábitos estrictos de descanso, calidad de sueño, alimentación", unas condiciones que no podía cumplir a rajatabla desde que tenía a las pequeñas a su cargo.
Reconoce que contar con mayores posibilidades económicas hubiera ayudado, pero asegura que el "factor psicológico del rendimiento" ha pesado, ya que antes se dedicaba únicamente a estudiar -cursó Enfermería en Alcobendas- y a jugar al balonmano pero después "estaba más pendiente del futuro de las niñas" a las que quiere ofrecer un futuro y una estabilidad.
"En un momento te sientes obligada, dejo de ser yo para ser ellas, me he convertido en ellas", afirma.
Sorprendida por el eco mediático que ha tenido su caso, Zugarrondo señala que "ojalá" sirva para apoyar el deporte femenino, que sea "un tirón de orejas" que suscite el interés en deportes minoritarios como el balonmano y que las instituciones y el Gobierno "ayuden a las deportistas para poder conciliar".
Zugarrondo agradece al club que a pesar de no haber renovado por decisión propia le han dejado las puertas abiertas, "algo que no puede decir todo el mundo".