Veinte púgiles de la palabra propinan "Besos a la luz de la lona"
Pilar Martín.Madrid, 5 jun .- Ignacio Aldecoa, Ray Loriga o Juan Villoro se han metido entre las doce cuerdas del ring para convertir sus palabras en una velada en forma de libro que, bajo el nombre "Besos a la luz de la lona", convierte ganchos y directos en relatos sobre el literario mundo del boxeo, hoy de luto por Mohammad Ali.
"Un espectáculo crepuscular, de noche oscura, donde la poesía nace de muy lejos", con estas palabras el escritor Eduardo Arroyo describe este mundo que adora; ese universo del ring que en esta obra antológica editada por la editorial Demipage está abordado desde veinte prismas distintos y ricos, porque han sido veinte los púgiles literarios que participan en este combate de la palabra.
Dos decenas de firmas que se han encargado de arropar una recopilación de textos que para la editorial madrileña ha supuesto un trabajo "enorme" realizado junto a Enrique Turpin, crítico de jazz y literatura.
Un apasionado del noble arte de los golpes que baila al mismo son que lo hace el editor de Demipage, David Villanueva, un amante del boxeo desde que siendo niño su padre le contaba cómo había vivido las veladas pugilísticas a las que acudía con sus amigos.
Por eso, se trata de una obra "capricho" para esta editorial, aunque, como matiza, en realidad todos los libros que salen de su cabeza nacen con este cariz y en el transcurso de su elaboración se convierten en una "necesidad".
En "Besos a la luz de la lona" los capítulos se han transformado en "asaltos" protagonizados por luchas de diferentes categorías entre dos escritores. Así, en el segundo asalto, peso crucero, se enfrentan Ignacio Aldecoa contra Juan Villoro; y en el octavo, peso gallo, son Francisco Ayala y Gonzalo Suárez los que se disputan este particular cinturón.
En este sentido, la elección de los combatientes para cada uno de los asaltos que contiene la obra no ha sido hecha por representantes ávidos de dinero, sino por esta editorial que sólo se ha guiado por la "longitud" de los textos, con el fin de encontrar el equilibrio.
"No fue en función de la calidad, porque no seré yo quien me ponga a decir quién es el mejor de todos", destaca el editor de Demipage.
Otra de las particularidades de este libro, según agrega Villanueva, es que se ha abordado como si fuera un "subgénero de viajes" que está más cerca del mundo taurino que del deporte, porque para él el boxeo es la "aventura".
"El boxeo -dice- es romanticismo, es una serie de personajes y códigos de valores entre hombres. Lo quiero asociar a todo lo que ha creado de mito, de literatura, a todo lo que nos trae fuera del ring gracias al ring, eso es para mí el boxeo".
Una definición con un cariz parecido al que Roberto Fontanarrosa ofrece en su relato "Los que vieron la zarza": "El boxeo es darle con todo lo que tiene. No salvas nada. Llegas porque te jugaste hasta el alma. Lo otro es deporte para el domingo".
Un mensaje también lleno del mismo misticismo que el cineasta Fernando León de Aranoa muestra en su "Oración del boxeador" incluida en este volumen.
"Santa Patrona de los Boxeadores, Virgen Poderosa que caminas del lado de los Noqueados, vela por la efectividad de mi guardia. Haz que mi rival pierda su fe en la victoria y ayúdame a preservar la integridad de mis cejas", reza el texto de León de Aranoa.
Estas historias de boxeo nos llevan a la época de Mohammad Ali, Roberto Durán "Mano de Piedra", Rocky Marciano, Ray "Sugar" Robinson -de quien el escritor Ray Loriga "tomó" su nombre- o Foreman, unos púgiles que bailaban sobre la lona mientras el humo y los abrigos de piel se agitaban en el graderío.