La Rosaleda recibió este lunes una visita muy especial, la de Pelayo Novo. Su historia estremeció al mundo del fútbol hace poco más de un año, cuando cayó de la tercera planta de un hotel de concentración en Huesca, donde iba a jugar un partido de LaLiga 1|2|3 con el Albacete. Muchos meses después, Pelayo prosigue con su lenta rehabilitación en su Oviedo natal, pero también trata de seguir vinculado al fútbol en la medida que las lesiones que se produjo se lo permiten. Anoche presenció en Martiricos el partido entre el Málaga, en cuya plantilla mantiene muchos amigos; y el Oviedo, club en el que se formó y con el que debutó como profesional.
Acompañado por sus muletas (perdió la sensibilidad en los pies tras su caída) y por una formidable sonrisa, Pelayo, de 28 años, pasó una jornada muy completa. Primero vivió la previa como uno más en los aledaños de La Rosaleda junto a otro ex del Oviedo: Diego Cervero. Luego vio el partido con su padre desde el palco de autoridades del estadio invitado por el Málaga. Allí se le obsequió con una camiseta blanquiazul con su dorsal, el ‘6’, a la espalda.
Tras el choque pudo departir con los amigos cercanos que mantiene en el vestuario del Málaga: Cifu, su excompañero en el Albacete el curso pasado, Lombán o Adrián, además del masajista Marcelino Torrontegui, quien lo llevó de vuelta al hotel donde se aloja con su padre hasta el jueves, y donde también pudo saludar al cuerpo técnico del Málaga con Víctor Sánchez del Amo a la cabeza. Todos se interesaron por su estado de salud y le trasladaron ánimos para que siga adelante con su tenaz recuperación.