Han tenido una “efectividad tremenda”, dijo Víctor Sánchez del Amo tras el partido en los micrófonos de Movistar Partidazo. No le faltaba razón al entrenador del Málaga. No fue el día de casi nadie en el equipo blanquiazul (tampoco el del propio técnico). Y el Deportivo, que tiró cuatro veces a puerta marcó cuatro goles (nadie le hizo tantos al Málaga en este curso). Munir, que otras veces dio puntos con sus magníficas intervenciones, no tuvo su noche en Riazor y se tuvo que dar cuatro veces la vuelta para coger el balón de las mallas.
Suele ocurrir que siempre se pone la lupa en el portero, que pudo hacer más en algún gol, sí, pero tampoco fue el partido más brillante de los laterales, ni del centro del campo, perdido en la segunda mitad, echando de menos a N'Diaye, con Keidi Bare condicionado mucho por su tarjeta amarilla y que tampoco tuvo excesiva ayuda de contención en las sustituciones de Víctor: Erik Morán y Dani Pacheco. Los cambios tampoco funcionaron.
Pero sí, el partido fue bonito para el espectador porque se vieron seis goles y pocas paradas, en concreto sólo una, de Dani Giménez a Blanco Leschuk en el tramo final del choque. A reseñar también un palo de Ontiveros en una falta. Fue una mala noche, pero con la reválida que da una eliminatoria a doble partido. Queda la vuelta de Málaga para desquitarse. En La Rosaleda hay que morir.