Antoñín nació año y medio después del primer gol de Nino

Juan Francisco Martínez Modesto 'Nino', actual delantero del Elche, debutó el 8 de noviembre de 1998 en un Elche-Murcia, en Segunda B. Disputó los últimos 10 minutos y vio puerta 14 días después, frente al Figueras, a los nueve minutos de saltar al terreno de juego. Por contextualizar, en aquel tiempo en España gobernaba José María Aznar, todavía existían las pesetas, se llamaba por las cabinas de teléfono, triunfaban en la televisión programas como 'Furor', 'El Informal' o 'Alta Tensión' y en Málaga se celebró la primera edición del Festival de Cine Español. En el plano deportivo, el Málaga comenzaba a firmar una temporada histórica que terminó con el ascenso a Primera División con Peiró al mando. Ha llovido mucho, que se suele decir.

El sempiterno Nino -cumplirá 40 años el próximo junio- es sin duda una institución en el fútbol español. Debutó hace 21 años y desde entonces no ha parado de marcar goles. Si en Elche tienen su Dama, él es su caballero. Sin lanza ni escudo, sólo con su colmillo afilado. Sus méritos son evidentes, es el jugador de campo más veterano en jugar esta temporada en LaLiga SmartBank (sólo le supera Cifuentes, portero del Cádiz) y a sus espaldas hay ya 236 goles. Son 129 los que agolpa con el Elche, lo que le convierte en el segundo máximo goleador histórico del club, sólo por detrás de Pierita (130).

Y sumando, este curso lleva tres. El último, en el duelo de la pasada jornada frente al Almería. Este domingo vendrá con la escopeta cargada a La Rosaleda, donde espera Antoñín. Entre ambos hay una brecha generacional de 20 años, bien podrían ser padre e hijo. No obstante, cuando Nino marcó su primer gol con el Elche Antoñín sólo era, si acaso, un proyecto en la mente de sus padres.

Nino, contra el Málaga de los noveles

En contraposición, el Málaga tiene a cinco de los 10 jugadores más jóvenes que este curso han jugado en Segunda. Además de Antoñín, octavo en la lista, encontramos a Ramón (segundo, sólo por detrás de Pedri), Ismael (tercero), Lorenzo González (noveno) y Cristo (décimo). El que más resuena, sin desmerecer al resto, es el delantero criado en el 26 de febrero. Un purasangre que comienza a alzar el vuelo mientras Nino sigue planeando, incansable. Se mide la fogosa juventud con la veteranía más meritoria. Dicen que el futbolista llega a su madurez plena bordeando los 30, pero casos como el de Nino echan abajo cualquier tipo de teoría.