En el longitudinal estado de Tennessee, al sur de EE.UU., recibió la noticia del fallecimiento de Joaquín Peiró una de las personas que más sintió su pérdida por el afecto que siempre le tuvo al madrileño. Fernando Puche se acababa de levantar para dirigirse a su trabajo en una fábrica cuando le comunicaron que Peiró había muerto. Se le abrieron al expresidente del Málaga CF varios cajones de recuerdos que ya estaban cerrados. Ambos formaron una simbiosis inolvidable en el renacimiento del club blanquiazul, y parte del éxito del técnico en Martiricos estuvo en la confianza ciega que Puche depositó en él cuando los renglones salían más torcidos.
ElDesmarque localizó al empresario malagueño una jornada después del deceso y, aunque en una charla telefónica apresurada por sus quehaceres profesionales, pudo testar su bajo ánimo por tan profunda pérdida. Puche empleó términos paralelos a todos los que se han ido sucediendo en las últimas horas y fue más allá al decir que Joaquín Peiró, además de un “caballero de este deporte”, es la “mejor persona que he conocido en el fútbol junto a Antonio Asensio”. “Fueron dos señores”, enfatizó.
A fin de cuentas, Puche estuvo en el medio de esa delicada cadena que trenzan el propietario, el presidente y el entrenador de un equipo de fútbol. A veces, las decisiones empresariales no entendían de pálpitos, y al menos en dos ocasiones Peiró deambuló por la cuerda floja con una red debajo, la de su presidente. “Siempre lo defendí. Cuando Antonio Asensio lo quiso despedir me negué rotundamente porque si no me iba yo antes, dije que si se iba él me iba yo también”, recuerda Puche, que amplía con memoria cristalina: “Era su primer año, mes de diciembre, y estábamos abajo en Segunda. Se quedó, le ganamos al Logroñés, fuimos campeones y subimos”.
Puche estuvo en el medio de esa delicada cadena que trenzan el propietario, el presidente y el entrenador de un equipo de fútbol. Apostó por el madrileño en los peores momentos y le salió de fábula
La victoria del Logroñés y aquellos goles de Basti que le salvaron el bigote a Peiró, es idéntica a la del Camp Nou cuando el ‘Malagazo’. Con su puesto pendiendo de un hilo, Peiró salió a ganarle al Barça jugando al fútbol. Y lo hizo. Detrás, nuevamente, Puche: “Yo nunca tuve interés económico, sólo el de servir a mi ciudad. Y aquella decisión fue un éxito total”. El malagueño, que suplió a Federico Beltrán en la presidencia y que fue relevado después por Serafín Roldán, sentía la reciprocidad de Peiró: “Teníamos las confidencias que siempre se quedaron en el club. Jamás salió un escándalo. Y jamás saldrá. Conocer gente con principios, valores y fidelidad hacia la directiva y el presidente ya no se lleva en este mundillo”.
"Conocer gente con principios, valores y fidelidad hacia la directiva y el presidente ya no se lleva en este mundillo”, reflexiona Puche
Por eso, cuando se enteró de la muerte de Peiró confiesa que lo digirió “muy mal”: “Era un gran entrenador y una mejor persona y le tenía un afecto bastante fuerte”. Pero ahora toca pasar página y seguir enfocando la vida. Peiró será enterrado mañana por la mañana en Madrid. Y Puche, a muchos kilómetros de distancia y con un enorme charco de por medio, mantendrá vivo el recuerdo de aquellos maravillosos años en su memoria y en su patata blanquiazul.