El partido en el Anxo Carro evidenció el mayor de los problemas (deportivos) que ha tenido el Málaga CF esta temporada. Pasó con Víctor y sigue sucediendo con Pellicer, también después del parón: el equipo no tiene gol. Y si quizá meses atrás hubiéramos hablado de falta de puntería, en esta ocasión se trata de una incapacidad manifiesta para generar oportunidades claras de gol. Poco ante el Huesca, nada ante el Tenerife, algo más frente al Extremadura -sobre todo en la primera parte- y muy poco en Lugo. A Ander no se le recuerda ni una intervención destacada, más allá de dos desvíos tras disparos de Keidi y Sadiku y una parada 'palomitera' a Renato. Contrastó esa carencia evidente con la firmeza que el equipo mostró durante los 90 minutos en defensa.
Y era necesario, porque al equipo se le vieron ciertas costuras rotas ante el Extremadura a raíz del 1-1. Un gol que llegó por una desatención defensiva que no volvió a repetirse en el Anxo Carro. Los tres centrales hicieron efecto en ese sentido para el que es, igualado con el Sporting (los gijoneses tienen aún un partido menos) el equipo menos goleado de LaLiga SmartBank. Sólo 31 goles ha recibido el equipo en 35 partidos, cuatro de ellos en las cuatro jornadas tras el parón. Un registro tremendamente positivo si no chocara bruscamente con la otra parte de la balanza: la faceta goleadora.
29 goles a favor, 12 de ellos firmados por un sólo jugador: Sadiku. Sólo el albanés, por cierto, ha marcado tras el parón. Adrián, el segundo máximo anotador, se ha apagado y aún se espera el paso adelante definitivo de Buenacasa o el aporte de los hombres de segunda línea. Esa es la realidad ofensiva de un Málaga al que se le apagó en Lugo una vez más la luz cuando se asomó al balcón del área rival. Mucho, muchísimo centro que no encontró rematador. Un córner tras otro que pasó sin peligro, pases filtrados que no encontraron a nadie. Siempre falta ese detalle que, a fin de cuentas, termina por definir por lo que vas a pelear en la clasificación. Ayer Pellicer se la jugó a un partido serio, que lo logró, y un zarpazo que no terminó de llegar. De ahí un 0-0 que no alimenta y que reflejó otra vez el mayor hándicap del equipo.
F.N. se te ha olvidado decir que Cifu tuvo en la segunda parte una clara clarísima delante del portero, y en lugar de tirar con mala leche a matar le hizo una cesión como sí de Munir se tratara. Luego, eso si, se llevó las manos a la cabeza, e hizo una mueca de contradicción y desacuerdo consigo mismo. Ahí quedó todo, pero la terminación fue de un buen amigo alevín. Increíble!!!!!!