El estadio de Mestalla, la casa de todos los valencianistas, cumple este jueves 98 años. Sobre el papel y en teoría, el estadio está sentenciado a un derribo para el que todavía no hay fecha y depende del desarrollo del conflicto entre el Valencia CF y las instituciones públicas por la ATE. Habida cuenta de que tanto el Ayuntamiento como la Generalitat ya han demostrado su intención de no saltarse la legalidad y por tanto, no prorrogar los plazos de la ATE, la incertidumbre sobre los últimos años de vida de Mestalla es total y absoluta. El Valencia CF intenta convencer con una redefinición de los plazos para la construcción del Pabellón de Benicalap, del Nuevo Estadio y por ende, la demolición del mítico Mestalla, pero todo está en el aire a día de hoy. El Valencia quiere alargar los tiempos para poder finalizar el pabellón que le debe a la ciudad en diciembre de 2023 y acabar las obras del Nuevo Estadio en mayo de 2026, lo que alargaría la existencia de Mestalla hasta el año 2028, aproximadamente. Sin embargo, todo está por ver y en este conflicto, todavía queda mucha tela que cortar. Mientras tanto, Mestalla sigue siendo testigo del inexorable paso del tiempo y de la complicada trayectoria del club a lo largo de los años.
La gran casa del valencianismo fue bautizada con el nombre de una de las acequias que riegan la huerta de la ciudad, un nombre que hoy evoca grandes acontecimientos deportivos, importantes manifestaciones de todo tipo y, sobre todo, excelentes tardes de fútbol.
El 20 de mayo de 1923 se inauguró el campo de Mestalla con un encuentro amistoso que enfrentó al Valencia con el Levante. Era el inicio de una nueva era que suponía el adiós al antiguo recinto, Algirós, que siempre quedará en el recuerdo de los valencianistas como el primer hogar del club.
Desde que el campo de Mestalla viviera sus inicios albergaba 17.000 espectadores, y en aquellos tiempos el club empezaba a demostrar su potencial por medio de los campeonatos regionales, lo que indujo a los dirigentes de la época a llevar a cabo las primeras reformas de Mestalla en 1927. Su capacidad total se había incrementado en 25.000 plazas antes de que se convirtiera en uno de los campos más deteriorados por la Guerra Civil. Mestalla sirvió de campo de concentración y de depósito de chatarra.
Una vez reformado el campo valencianista, Mestalla vio cómo el equipo conseguía traer a sus vitrinas su primer título, la Copa de 1941. Por el césped del remodelado feudo valencianista pasó en aquella década un equipo arrollador que, con la legendaria ‘delantera eléctrica’ conquistó tres títulos de liga y dos de copa. Estos años de plenitud deportiva sirvieron, además, como soporte para recuperar poco a poco el campo de Mestalla.
Durante la década de los cincuenta, el campo del Valencia experimentó el cambio más profundo de su historia. Aquel proyecto dio como resultado un estadio con una capacidad de 45.500 espectadores. Todo un sueño que se vio derrumbado con la riada que inundó Valencia en octubre de 1957 tras el desbordamiento del río Turia. Sin embargo, Mestalla no sólo volvió a la normalidad, sino que se introdujeron algunas mejoras, como la luz artificial inaugurada durante las Fallas de 1959.
El campo de Mestalla ha sudperado durante la actual crisis por la pandemia del coronavirus el periodo de inactividad de casi dos meses que registró el feudo valencianista como consecuencia del desbordamiento del río Turia que asoló Valencia en el otoño de 1957. Entonces, hace más de 62 años, el estadio quedó completamente inundado tras la fuerte avenida fluvial provocada por unas lluvias muy intensas en la noche del 13 de octubre y no se pudo utilizar hasta diciembre, lo que supuso la etapa más larga sin fútbol en ese campo, al margen de los periodos de descanso estival.
No fue hasta la década de los 60 cuando el Nottingham Forest se convirtió el primer equipo extranjero en disputar un partido oficial en Mestalla frente al club che. Lo hizo el 15 de septiembre de 1961 y fue la primera piedra de choque de una época dorada de éxitos continentales, refrendada con las Copas de Ferias obtenidas en 1962 y 1963.
A partir de 1969 cambió de nombre para homenajear a su presidente más emblemático y que duró un cuarto de siglo. El propio Luis Casanova Giner confesó que aquel honor le había dejado totalmente abrumado, y él mismo pidió, en 1994, que su nombre fuera reemplazado nuevamente por el de Mestalla.
En 1972 se inauguró en la parte posterior de la grada numerada la sede social del club, unas oficinas de inspiración vanguardista en las que destacaba el salón de trofeos, presidido por la bandera fundacional del club. En el verano de 1973 otra novedad, las sillas gol, significaban la eliminación de catorce filas de general de pie que daban paso a una mayor comodidad y a una adecuación a los nuevos tiempos que se avecinaban. La directiva del Valencia también comenzó a considerar la posibilidad de trasladar Mestalla de su emplazamiento actual a unos terrenos a las afueras de la ciudad, pero finalmente se desechó el proyecto y unos años más tarde, en 1978, Mestalla era remodelado con vistas al Mundial del 82, un estadio que había albergado en 1925 el primer partido de la selección española en Valencia.
Diez años más tarde, el equipo olímpico buscaría de nuevo el amparo del feudo valencianista, esta vez con un resultado bien distinto, ya que los jóvenes seleccionados consiguieron finalmente la medalla de oro de los Juegos de Barcelona.
El histórico campo de Mestalla ha terminado recientemente su última actualización, y ahora presenta una aspecto majestuoso, con capacidad para albergar a 55.000 aficionados. Ante todo, seguirá siendo el hogar de todos los valencianistas hasta la construcción del nuevo estadio en la Avenida de las Cortes Valencianas sin fecha fija de finalización.
La pandemia del coronavirus marca una muesca más en la historia del recinto. El Covid-19 impidió que Mestalla albergase un partido de fútbol durante 93 días. El partido de vuelta de los octavos de Champions League contra el Atalanta BC aparece como última referencia antes de que la pandemia del COVID-19 interrumpiera el fútbol prácticamente en todo el planeta. La Guerra Civil, la riada del 57 y el Covid-19 son las tres catástrofes históricas que han detenido el fútbol en Mestalla. El más grave, el conflicto bélico en el que Mestalla sirvió como almacén armamentístico. La riada impidió el fútbol en el templo valencianisa durante 71 días, lo propio hizo la pandemia durante 93.