Dos años para dos Sergios
Sergio González cumple dos años en el Real Valladolid. Lo hace con un legado importante y con un futuro estable en el Nuevo Estadio José Zorrilla. Con la opción de poder continuar como entrenador pucelano hasta el año 2020, tras el contrato renovado el pasado mes de enero, el preparador catalán sigue despertando en mí dos opiniones diferenciadas.
En este tiempo veo y sigo viendo dos versiones de Sergio. De la manera más educada, respetada y futbolística que puedo, analizo al entrenador catalán y su propuesta y veo que este equipo puede dar más. Con las herramientas que tiene, el Pucela puede optar a un juego más moderno, más vistoso, más emocionante y más ilusionante. Más parecido al de su primera versión. El Real Valladolid puede ofrecer más y puede explotar a toda su plantilla con más energía.
Es una opinión personal que el hecho de que el Pucela haya conseguido una permanencia en LaLiga Santander y estuviera lejos de la zona de descenso no niega. El resultadismo va por otro camino. Pidiéndole más, que no exigiéndole, a la segunda versión de Sergio, no dejo de seguir prendado del éxito de esa primera versión del catalán.
A su llegada a Zorrilla hace ahora dos años se vio un entrenador muy amoldable a la realidad pucelana. Con un equipo ya hecho, Sergio consiguió tener un equipo reconocible, un conjunto con ambición y un grupo con una propuesta de presión alta, entre otros rasgos. Sergio se adaptó y cambió al Real Valladolid de la temporada 2017/2018 porque puso a los 'mejores' y porque potenció la mejor versión de esos futbolistas.
¿Es Mata o una cuestión de exigencia?
Ahora, me cuesta ver que lo haga. En un equipo con roles y estatus muy definidos, el Pucela guarda potencial en su banquillo y vestuario y lo hace al buscar un estilo diferente al que Sergio protagonizó en sus primeros meses en Valladolid. ¿Tanto cambio la presencia de Jaime Mata? ¿Tanto varía un planteamiento la categoría en la que se juegue? ¿O es que quizás, ahora, Sergio sí tiene algo que perder? Quizás sea esto, sí.