El FC Barcelona firmó un gran resultado ante el Sevilla antes del parón por compromisos internacionales. Una victoria que culminó la mejor semana de los culés en lo que va de temporada, con tres victorias ante Getafe, Inter de Milán y Sevilla.
Pocos apostaban a que los culés harían pleno esta semana, pero los de Valverde se han puesto el mono de trabajo y han sacado los resultados adelante.
Sin duda, una mejoría en el campeón de Liga que devuelve parte de la tranquilidad al barcelonismo, donde ya se temía por que el equipo tirara a la basura la temporada antes de enero.
Pero ello no quiere decir que se hayan producido algunas notas negativas en los últimos días. Y hay un par de ellas a destacar seriamente.
Una de ellas es la no adaptación de Antoine Griezmann. El delantero francés sigue sin encontrar su sitio. Anotó dos goles contra el Betis en su estreno como culé en el Camp Nou, siendo el artífice de la remontada contra los verdiblancos.
Pero desde entonces se ha visto muy poco del ex colchonero. Un gol en siete partidos es su balance. Y este domingo Valverde lo dejó en el banquillo todo el partido en una decisión totalmente técnica. Sin partidos en dos semanas, no tenía sentido que Antoine entrara en rotaciones.
Y junto a Griezmann, Sergio Busquets también se quedó en el banquillo. Un Busquets que lleva tiempo lejos de su mejor versión. El problema se remonta a la temporada pasada. Hasta los pesos pesados han mostrado su preocupación por el de Badia del Vallés y su bajo rendimiento sobre el terreno de juego.
Un Busquets que hasta ahora no tenía suplente de garantías al margen de Ivan Rakitic, pero que con Frenkie de Jong en la plantilla se queda en una posición muy comprometida.
Leo Messi, Luis Suárez y el resto del núcleo duro tienen claro que en el campo solo quieren a los mejores. Caiga quien caiga. Aunque sea otro peso pesado. Y eso deja al canterano ante un panorama en el que si no mejora, puede ser desolador.