Si algo enseñó el reinicio adelantado de la Bundesliga con respecto a otros campeonatos es que los despistes, en parte influenciados por la nula sensación ambiental, se multiplicaron. Los equipos visitantes encontraron agua en el desierto y desde el Málaga apuntaron a esas primeras señales con la intención de no repetirlas cuando le tocara volver. Sin embargo, en dos partidos el equipo ha mostrado varios lapsus significativos motivados en algunos casos por la falta de concentración que han costado sustos, expulsiones y goles. Algunas de esas distracciones se pueden entender hasta lógicas después de tanto tiempo sin entrenar o haciéndolo en pequeños grupos, pero no es menos cierto que un descuido a destiempo te puede complicar aún más la vida.
La vuelta a la competición trajo el primer fallo en cadena en apenas dos minutos. Un centro permitido desde la izquierda por Juankar, un error en la marca, un mal despeje de Cifu y un remate duro al primer palo en el que Munir posiblemente pudo hacer más. Resultado, 0-1 ante el Huesca nada más empezar. El típico despiste generalizado que se suele ver en las primeras jornadas tras el periodo vacacional. Fue un partido extraño, con situaciones insólitas. Como el penalti señalado tras pasar por el VAR con los jugadores camino de vestuarios. Una pena máxima fruto de una acción desafortunada de Diego González, que sacó el codo a pasear con el balón a varios metros de distancia. De marcharte 1-1 con un jugador más a hacerlo 1-2 y con el enfado y la desazón por delante.
Y si los jugadores fallan, también lo hacen los árbitros. Que se lo digan si no a Moreno Aragón, que mostró la roja a David Lombán por una acción en la que ni rozó a Rafa Mir y que distanció aún más al Málaga del premio de los puntos. Una separación que fue total cuando el propio Rafa Mir, adelantándose en la marca a Mikel Villanueva y haciendo buena la salida a destiempo de Munir, sepultaba las aspiraciones blanquiazules con un cabezazo a la salida de un córner. Mucho a lo que darle la vuelta tras el primer partido, aunque el cambio a mejor tardó a llegar en Tenerife (puedes ver el resumen en el vídeo superior). Y sucedió, curiosamente, con un futbolista menos.
Primera jugada de ataque chicharrera y primer despiste. Y de los gordos. Lombán cede a Munir y el arquero agarra el balón con las manos. Cesión clara y susto en el cuerpo. Por suerte, el libre indirecto fue repelido por la barrera. Fue el inicio de una mecha que no acabó en explosión, pero no precisamente porque el Tenerife no tuviera opciones. Las fugas se magnificaron en la primera parte, que concluyó con el gran error individual del partido: la doble amarilla a Keidi en apenas cuatro minutos. No midió el albanés, al que el ímpetu le pudo, a escasos segundos del descanso y ello obligó al Málaga a multiplicarse en el esfuerzo en la segunda parte, que fueron los minutos más solventes atrás del equipo en los dos primeros encuentros. Un posible impulso, en sensaciones y por el punto obtenido, para afrontar una nueva final ante el Extremadura.