Decir Joaquín en La Rosaleda es mentar palabras mayores. Por Joaquín Peiró, leyenda por siempre de su banquillo, o por el portuense Joaquín Sánchez, que durante dos temporadas hizo suya la banda de Martiricos con una maestría y talento perennes para las retinas. A los 39 aún da lecciones con la pelota en los pies, con menos finta y menos esprint pero con más clase que un colegio. Más de un lustro después La Rosaleda vuelve a tener a un Joaquín que ilusiona. Salvando las distancias, por supuesto. El de ahora se apellida Muñoz, creció a cuatro pasos mal contados de La Rosaleda -en el barrio de Miraflores- y, después de que Pellicer tratara con mimo y cautela la lesión que trajo a cuestas desde el Huesca, ya ha firmado su carta de presentación. Una muestra, ante el Lugo, de todo lo que puede aportar esta temporada.
Pellicer ha tenido siempre claro el plan con el malagueño. Repitió una y otra vez que no quería un paso atrás con el malagueño, futbolista eléctrico y de desborde. Tras enseñar la patita unos minutos ante Ponferradina y Leganés, mejoró sus prestaciones en su primera titularidad en Girona. Sin embargo, regresó al banquillo este sábado hasta que, con 0-2 en contra y tras el paso por vestuarios, su dorsal '11' apareció en la tablilla de cambios. Y, a partir de ahí, Joaquín se soltó la melena. Cuajó una actuación diferencial, especialmente brillante en el momento en el que el Málaga, con 10, comenzó a desbordar por todas partes al Lugo.
Pese a que su mapa de calor indica que fue la banda derecha por la que más actividad tuvo, fue por el sector izquierdo por el que armó una jugada que le definió. Encaró a su par con una bicicleta, le amagó para salir por un lado, le salió por el otro en velocidad y sirvió atrás para el gol de Juande. La finta y el esprint 2.0. Le comparan con Navas, pero la jugada recordó a Joaquín. Agitó cada balón que tocó, con imprecisiones y varias pérdidas, pero haciendo que el Lugo, como dijo Nafti, metiera el culo en su área. De una recuperación suya nació una gran opción para el 2-2. Robó, lanzó en largo para Chavarría y continuó por el centro. El argentino quiso regalarle el tanto, pero un defensa rozó el esférico y Joaquín se quedó relamiéndose en boca de gol.
Con Joaquín se palpan las ganas que tiene de comerse el verde desde el momento en el que lo pisa. Disfruta de su sueño hecho realidad, como él mismo reflejó nada más confirmarse su cesión. Además, por redes sociales se comprueba el buen rollo que tiene con sus compañeros, como por ejemplo con un Yanis que, siendo teórico rival por un puesto, intercambió elogios después del partido ante el Lugo. "Aquí no baja los brazos ni Cristo", escribió también el malagueño, que va claramente a más para alegría de Pellicer.