Era mediados de septiembre. Exactamente los días previos a la disputa de la sexta jornada en LaLiga SmartBank. Un Real Zaragoza que todavía no sabía lo que era perder en este curso visitaba a un Fuenlabrada recién ascendido que estaba dando la sorpresa, situándose bien cerca de la cabeza. Sin embargo, algo iba a impedir que se jugara ese partido en las fechas establecidas.
Apenas faltaba un día para el partido cuando el entrenador del Fuenlabrada, Mere Hermoso, anunciaba que su equipo iba a pedir de forma oficial el aplazamiento del encuentro. Un virus había provocado que varios de sus jugadores estuvieran indispuestos y que en el último entrenamiento previo al choque solo fueran ocho los jugadores disponibles para preparar la visita del Real Zaragoza.
Con los informes correspondientes sobre las bajas de sus jugadores por una fuerte gastroenteritis, a LaLiga no le quedo otro remedio que aplazar el encuentro. Algo que no le vino bien al cuadro de Víctor Fernández. En una racha de 13 puntos de 15 posibles al inicio del campeonato, en la segunda plaza de la tabla, solo superado por un intratable Cádiz que lo había ganado todo, y con unas sensaciones muy positivas.
Curiosamente, dicho brote vírico vino tras una semana en la que Fuenlabrada estaba celebrando sus fiestas patronales. Las sospechas empezaron en la afición blanquilla. Además, hasta David Bustamente se vio perjudicado por el virus. El famoso cantante tenía previsto un concierto, el cual fue suspendido también porque el cántabro también lo había contraído, tal y como explicó días después.
Al final, el Real Zaragoza comenzó una pequeña crisis tras este aplazamiento. No volvió a ganar hasta cuatro partidos más tarde, viendo entre ellos la primera derrota. Y un mes después cuando visitó el Fernando Torres, cayó derrotado por 2-1, teniendo entre sus filas la delicada baja de Vigaray y a Luis Suárez tocado, que tuvo que salir desde el banquillo para intentar remontar.