Después del parón de selecciones, regresaba la LaLiga Santander en su esplendor inicial. Al Athletic Club le tocaba recibir en casa al Real Valladolid, en un partido en el que el deseo a priori hablaba de 3 puntos. Sin embargo, lo posible siempre guarda sus cartas y a veces puede dar vuelta al deseo.
Y entre lo deseable y lo posible pivotearon los santos y las inocentadas. A veces el fútbol puede ser una maraña de lo más compleja: el dibujo, las jugadas, los cambios, las lesiones, las tarjetas, los humores, las actitudes, en un largo etcétera de factores decisivos y no tanto.
El dibujo del Athletic es extraño. A 9 jornadas ligueras, con 13 puntos en el haber, hay insistencias de lo más raras. ¿Iñaki Williams de 9 puro? No rinde: su mejor sitio es por las bandas, donde tiene espacios para explotar su velocidad. ¿Unai Núñez en el banquillo? Me da muchísima pena, porque es un jugador valiosísimo; Garitano escoge como dupla de centrales a Yeray e Íñigo Martínez.
¿Balenziaga de lateral izquierdo? Y sí, porque Yuri Berchiche está lesionado. ¿Unai López en el medio? Sí, toca darle continuidad; aunque ante el equipo pucelano no estuvo acertado en los lanzamientos a balón parado y en los disparos a puerta.
Ante el Valladolid hubo dos grandes tiempos, divididos entre el antes y el después del gol del empate del equipo visitante. El Athletic tuvo las oportunidades, golazo de Iñaki Williams incluido; y también el balón hasta que, como suele hacerlo, se lo dio a su rival. Y cuando esto sucede, lo terminamos pagando.
Fue un partido de santos e inocentadas. Fue San Jordi Masip, porque el cancerbero del Valladolid paró 3 claros balones con destino final de red. Hubiera sido San Simón, porque el portero del Athletic paró un gol seguro ante un balón perdido por Yeray. Pero en el minuto 71 vino la gran inocentada del partido.
Fue cuando el Valladolid empujaba y el Athletic se quedaba. Y en eso quedó la defensa rojiblanca perdida, con Unai Simón desconcertado cuando intentó sacar el balón en la línea y se coló porque tocaba y porque esas desatenciones se pagan.
Los cambios no modificaron el rumbo errático final del Athletic, pese a la insistencia del gran partido de Iker Muniain. Entre santos e inocentadas, a Garitano le toca pasar una semana en penitencia para reflexionar.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz