Si hay un jugador del Málaga CF que posiblemente se está subiendo por las paredes estos días con la crisis del coronavirus y con el debido parón futbolístico que ello conlleva es Aarón Ñíguez. Al último fichaje malaguista, que llegó con la carta de libertad debajo del brazo hace unos días aunque fuera mercado, el fútbol se le está resistiendo. Más concretamente volver a competir. Y es que hace más de un año que no disputa un partido oficial el ilicitano. Demasiado tiempo que ahora quedará en interrogante para cerrar el círculo por la suspensión por la pandemia.
Aarón, el mediano de los hermanos Ñíguez, tiene una dilatada experiencia en el fútbol profesional. No es una novato que está a la espera de una oportunidad. Pero lo cierto es que la suerte no le viene acompañando en los últimos meses. Desde que disputó su último partido oficial con el Johor Darul Ta’zim FC de la Superliga de Malasia el pasado 15 de febrero de 2019 no ha vuelto a sentirse plenamente futbolista.
Por el medio, una salida por la puerta de atrás de su experiencia en el exótico fútbol asiático, un fichaje frustrado por la Liga en el Lugo y ahora la crisis del coronavirus en Málaga. El camino de Aarón está siendo tortuoso para recuperar sensaciones.
El centrocampista ilicitano regresó a España tras concluir una mala experiencia en Malasia. Pese a que firmó dos temporadas por el JDT, sólo llegó a disputar tres partidos. El técnico argentino, Luciano Figueroa, perdió la confianza en él y acabó perdiendo todo el protagonismo de golpe y porrazo. Tanto es así que a finales del pasado 2019 acabó renunciando a su segundo año de contrato para conseguir la carta de libertad.
En Malasia jugó sólo tres partidos y en el Lugo no pudo ser inscrito por el límite salarial del conjunto gallego
Con las mismas se marchó a Lugo, donde su fichaje por un rival directo del Málaga hacía devolverle la ilusión por competir en Segunda División, donde ya ha hecho carrera en Elche, Almería, Oviedo, Tenerife o Recre, entre otros clubes, con 192 partidos oficiales. Pero en tierras gallegas se topó con la burocracia. Había convencido al técnico Curro Torres, al que conocía de Valencia, pero el límite salarial lo impidió.
Fue entonces cuando Manolo Gaspar y el Málaga CF estuvieron rápidos para reclutarlo. Con la salida de Antoñín, Aarón Ñíguez puso destino hacia La Rosaleda el 4 de marzo. Desde entonces entrena a la espera de una oportunidad. Pudo llegar ante el Zaragoza, pero Pellicer lo estimó precipitado. Ahora deberá esperar a que el fútbol vuelva. El balón lo espera con los brazos abiertos. Y al revés.